Hace unos días pudimos ver en Canal CUATRO la película Lucy. Es un thriller de ciencia ficción que indaga en lo que podría llegar a hacer un ser humano al conseguir usar el cien por cien de sus recursos cerebrales y tuviera acceso a las partes más ocultas de su mente. La teoría generalmente aceptada es que el ser humano sólo usa un reducido porcentaje de su cerebro.
Muy resumido, muy resumido, … la protagonista, bajo los efectos de la droga y tras mil peripecias, consigue viajar en el tiempo y llega a conocer la verdadera Lucy, madre de la humanidad. Lucy se llama así por The Beatles. Su descubridor, Johansson estaba escuchando la canción de The Beatles ‘’Lucy In The Sky With Daimonds’’ cuando encontró los restos del esqueleto de esta Australopitecos afarensi, humanoide hembra de 1,2 metros de estatura, que andaba erguida hace 3,2 millones de años.
Lucy no tuvo hijos pero revolucionó lo que sabíamos de nuestro origen y afirmar con rotundidad que la humanidad ya era bípeda en ese momento del Plioceno»
Para conocer mejor a Lucy busco, en Wikipedia, qué ha descubierto la Ciencia sobre Lucy.
Para las personas, como yo, que han crecido y creído siempre que la Tierra, las plantas y el hombre se crearon mediante un soplo divino lo tenemos muy difícil, pero…
Según la Biblia, Eva fue la primera mujer de la historia y, junto con Adán, dio origen a toda la humanidad. La ciencia, por su parte, ha tomado ese mismo nombre para describir durante al menos cuatro décadas un fenómeno que sucede en el material genético que llevamos dentro de todas nuestras células.
Sin embargo, contrariamente al mito bíblico, la Eva «científica» (o la Eva mitocondrial, para ser más exactos) es el ancestro común más reciente de toda la humanidad.
Por lo que se sabe hasta ahora, dicha mujer habría vivido hace 3.2 millones de años en la región que hoy conocemos como Zimbabue y Botsuana, en el sur de África.
Cabe mencionar que no fue la primera mujer de la historia, ni siquiera la única de su era. Pero, debido a una serie de factores, un pequeño trozo de su ADN aparece en todas las generaciones de seres humanos a partir de entonces, según las investigaciones publicadas hasta ahora.
Para entender esta historia, es necesario dar un paso atrás y conocer los detalles de una estructura muy peculiar de nuestro cuerpo: las mitocondrias. Son un generador de energía microscópica.
Todas nuestras células tienen una estructura llamada mitocondria.
En otras palabras, esta estructura es la encargada de convertir el azúcar de los alimentos en moléculas de ATP, una especie de “moneda común” de energía que utiliza nuestro cuerpo para funcionar.
Y estos mini generadores tienen una característica única: llevan su propio ADN.
El genoma, compuesto por 20.000 genes diferentes y responsables de determinar buena parte de nuestras características y propensiones a la enfermedad, se almacena en el núcleo de la célula.
Las mitocondrias, que están dentro de la célula, pero fuera del núcleo, tienen 37 genes propios. Los científicos los conocen como ADN mitocondrial (o ADNmt).
Durante la fertilización, cuando el óvulo y el espermatozoide se encuentran, las mitocondrias del gameto masculino desaparecen en el proceso de fusión entre las dos células.
Así es que el embrión siempre queda formado únicamente por mitocondrias de origen materno.
De manera que esta información permite establecer la existencia de una descendencia ininterrumpida formada únicamente por mujeres a lo largo de varias generaciones y miles de años, conectada precisamente por el ADNmt.
Al fin y al cabo, cada hija tiene una madre. Pero no todas las madres tienen una hija: si la mujer solo tiene bebés varones (o no produce descendencia), su ADN mitocondrial no se transmitirá a los futuros nietos.
“Por tanto, en términos genéticos, es posible rastrear quién es la madre de la madre, de la madre, de la madre… Y así sucesivamente”.
Los avances en el conocimiento de la genética y en las tecnologías de secuenciación y procesamiento de genes han permitido a los científicos reconstruir los orígenes del ADNmt.
La idea está completamente basada en evidencia científica y no tiene nada que ver con la Biblia».
En términos prácticos, para restaurar este pasado, los expertos realizaron una cuenta a la inversa. Secuenciaron el ADNmt de varios individuos en todo el mundo y, con la ayuda de computadoras, compararon la información y las mutaciones encontradas en este material.
Los científicos han aprendido a estimar cuánto tardan en aparecer estas mutaciones genéticas a lo largo de generaciones.
«Esto nos permitió calibrar este ‘reloj molecular’ y comprender mejor cuánto tiempo tardaron en ocurrir las mutaciones observadas en el ADN mitocondrial».
A partir de esto, fue posible calcular que la Eva mitocondrial habría vivido en el sur de África hace 3.2 millones de años.
El estudio del ADN mitocondrial, por lo tanto, no solo ayuda a desentrañar de dónde venimos, sino que también nos permite reconstruir el camino de nuestros ancestros (o más bien, ancestros femeninos) en todo el mundo durante cientos de miles de años.
“No estamos hablando del mismo ADNmt en todos, sino de linajes que reúnen conjuntos de mutaciones que surgieron con el tiempo.
Al comparar la secuenciación del ADN mitocondrial y las mutaciones encontradas, los científicos pueden volver sobre el camino de la humanidad en todo el mundo.
Que quede claro:la Eva mitocondrial no fue la primera mujer de la historia.
Hubo varias otras generaciones antes que ella, como su madre, abuelas y bisabuelas y, a lo largo de millones y millones de años de evolución, ancestros de otras especies de las que evolucionó el Homo sapiens.
«Podría ser que en algún momento, si continuamos haciendo esta matemática inversa, llegaremos a nuestros ancestros comunes más recientes que no fueron Homo sapiens, sino algún otro homínido».
Y, como se explicó anteriormente, la Eva mitocondrial tampoco fue la única de su tiempo. Lo más probable es que hubiera otras mujeres que vivían en el mismo lugar.
Tengan un hermoso día