Después de meses, y más meses, sin utilizar la escritura como desahogo espiritual, vuelvo a conectarme con el teclado. No tengo, en este momento, ni la menor idea de lo que voy a escribir.
Cuando las personas se hacen mayores, con frecuencia, cambian sus prioridades y lo que hoy es lo primero mañana puede ser lo último.
Hasta hace unos meses mi actividad principal era la lectura, aunque en este momento no tenga conciencia de lo leído. A veces ordeno, atuso y mimo a mi pequeña biblioteca pensando que, si disfruto con esta noble tarea, ella, en algún lugar debe estar dotada de sensores para sentir lo mismo. Cómo se puede entender que el soporte de tanto conocimiento no participe de él, sería una injusticia. ¿Puede imaginar a un panadero, haciendo pan, morir de hambre?
Se estarán preguntado, imagino, a qué he dedicado tanto tiempo. La respuesta es simple, ‘a nada’. Sí, a ‘nada’. A estar en la calle, fuera de la casa. A tomar el sol o la sombra. ¿Qué es aburrido?, sí, y qué. No tengo nada que hacer. Y es que, amigos, no tener nada que hacer, es ‘la repera’.
Pero quiero contarles que no leer, o escribir, también tiene sus ventajas, aunque estas sean físicas. Las muchas horas de lectura originaba que las mejillas, o carrillos, se descolgaran y que mi aspecto fuera un poco siniestro y no es que me importe mucho pero también y, esto es importante, las vértebras cervicales, el atlas o el axis, me dolían creando una gran incomodidad.
Ahora, con el invierno llamando a la puerta, comienza en unos días, a pesar de que apunta a templado no deja de ser misterioso. El invierno es una buena estación para comenzar, de nuevo, a ‘manosear’ libros y leer, y, mejor, releer. Supongo que también a vosotros os ocurrirá. Tengo algunos libros pendientes de releer. Algunos los he releído varias veces y siempre encuentro ‘algo nuevo’. Son libros que, por la historia que cuentan, unas veces, y otras, por cómo la cuentan, hacen que su lectura sea un disfrute.
Tengan un hermoso día.
En mi Quinta 19-12-2023