Hace algún tiempo publiqué un largo relato cuya esencia era manifestar mi preocupación por el futuro cercano de nuestra especie. Mi alarma estaba sustentada por el aumento, imparable, de la población, 7.594.000.000 habitantes en 2018 en el mundo, y la disminución, cada día más, del régimen de lluvias en zonas productivas y, consecuentemente, la disminución en la producción de alimentos. Pensaba que, salvo un milagro, dentro de poco, el agua ocuparía un lugar en la Bolsa de Valores.
Hoy lo veo de otra forma. El Homo Sapiens, desde el principio de su tiempo, coincidió con otros Home de especies diferentes. Prevaleció él, y seguimos aquí, no por su fuerza sino por su inteligencia.
Dentro de poco, ya se está experimentando, no será necesario consumir tanta agua ni tener tanto terreno ocupado en producir alimentos suficientes para alimentar a la población mundial aunque aumente el ritmo actual de crecimiento.
Tampoco las altas o bajas temperaturas, los ciclones, las borrascas y las bajas presiones tendrán influencia en las cosechas y todo gracias a la inteligencia del hombre y a la tecnología que ha desarrollado. Un ejemplo cercano, es la vacuna contra el Corona virus. Muchas personas, con criterio científico, han opinado recientemente, que disponer de una vacuna nos llevaría años. La vacuna ha llegado en meses.
La Agricultura, dentro de un corto periodo de tiempo, se desarrollará en contenedores, si, no se alarmen, así ocurrirá. Y más increíble todavía, los contenedores se mantendrán a la temperatura deseada sin importar el lugar del mundo que se instalen. Un contenedor instalado en Groenlandia, por imaginar un lugar frío, mantendrá la misma temperatura, si así fuera necesario, que otro instalado en el Ecuador, por decir un lugar cálido, o en Murcia.
El riego no será por inundación ni goteo. Las plantas se desarrollarán en una atmósfera de agua atomizada. Yo, que soy aficionado a la agricultura ecológica, sé que cuando compro plantas de pimientos, tomates, etc. si las deposito dentro de una bolsa de plástico cerrada aguantan semanas sin regar. El agua de la planta se evapora y se deshidrata, con el calor del día y se re-hidrata con el frío de la noche.
Ahora abra los ojos, un contenedor de 100 m2 producirá la misma cantidad producto que una hectárea de terreno, 10.000 m2, con el riego tradicional. Puede ir imaginando qué hacer con el terreno sobrante y tampoco será tan preocupante, como ahora, el nivel de los pantanos.
Qué tendrá que ocurrir dentro de contenedor para que, en un espacio cerrado a cal y canto, sin luz, puedan vivir las plantas. Estará exento de plagas y el sol lo ‘fabricamos’ con diodos emisores de luz.
Parece que todo lo necesario para una óptima producción lo proporcionan los diodos LED. Esta palabra siempre la encontramos en idioma inglés. En castellano se escribiría DEL que significa Diodo Emisor de Luz. El uso de estos diminutos diodos emisores de luz se emplean para infinidad de aplicaciones. Uno, espectacular, son las pantallas de televisión y una diferencia notable y no es la única, con el resto de paneles de tv, el color negro es regulable. Sí, el negro también es un color regulable en un tv con pantalla de led.
Los diodos aunque son físicamente iguales, se fabrican de características diferentes. Se usan de una u otra característica de acuerdo con la función que va a realizar. Todos producen luz pero no de la misma frecuencia.
Aunque no es fácil de explicar lo voy a intentar de la forma más sencilla que pueda. El sol, el que nos alumbra, nos calienta e incluso quema, es un gigantesco emisor de microondas, ondas de casi todos los tamaños. Dentro de esta banda existe una zona que se denomina zona de luz visible. Las frecuencias que reflejan las cosas que reciben la luz son las cosas que vemos. Las abejas, por ejemplo, ven las cosas que reflejan otra frecuencia no visible para los humanos, los rayos infrarrojos.
El ojo, nuestro ojo, es un sintonizador de estas frecuencias denominadas de luz visible. Lo mismo que nuestro oído es un sintonizador de frecuencias bajas, de 50 c/s (ciclos por segundo) y hasta 12.000 c/s.
Nuestro ojo, por más bonito que pudiera ser, sólo recibe microondas de las frecuencias de luz visible y nuestro cerebro analiza la información que le llega del ojo y construye la escena. De cómo hace el cerebro esta composición es un misterio. Los misterios, como saben, siempre son misterios por falta de conocimientos.
El sol es un gigantesco, y potente, emisor de microondas. Ríase de las microondas de su horno, su teléfono móvil, tan mal visto por los ignorantes, su tv, etc. comparadas con la potencia de las que nos llegan del sol y muy especialmente los rayos ultra violeta (UV).
Volviendo al contenedor de las lechugas, la tecnología mediante la utilización de diodos emisores de luz puede simular, con los mismos beneficios, la luz solar.
Por esto un contenedor bien diseñado se puede instalar en cualquier parte del mundo, por más frío, o calor, que haga.
Pasen un hermoso día.