Día en blanco.

Algunos días, o muchos, cuando intento ocuparme en la noble tarea de machacar las teclas de la máquina, no encuentro lo más interesante y única materia para poder hacerlo, la idea.  En este caso recurro a antiguos relatos que me inspiren.

Hace algún tiempo publiqué un relato sobre Ovnis, espero que no lo recuerden, consecuencia de mis lecturas, toda pura imaginación de sus autores.

Reconozcamos la gran polémica mundial que existe sobre la existencia, o no, de los objetos voladores no identificados, ovnis. Pero los avistamientos y fotos, todo muy documentado, que tenemos nos permite, sin lugar a duda, creer que los Ovnis han existido desde siempre.

Y ha llegado el momento de imaginar…. Los Ovnis usan una tecnología que nosotros, nadie de nosotros, puede, ni siquiera, imaginar. Vuelan a la velocidad de la luz, aparecen, desaparecen y maniobran con una rapidez pasmosa y una serie de ‘nuevas facilidades’ incomprensibles para nosotros. Es evidente que los extraterrestres pertenecen a una civilización más avanzada que la nuestra.

Las cavilaciones no avanzan de golpe de ‘Avancen’, avanzan con el paso del tiempo, como la nuestra. Recuerden que los sumerios inventaron la rueda hace 8.000 años y ahora la evolución del hombre construye artilugios impensables que, a los menos avanzados, nos sorprenden, preocupan o maravillan.

De acuerdo con esto, pura imaginación, el origen de los Ovnis se tiene que encontrar en un planeta que apareció en el Universo muchos, muchísimos, millones de años antes que apareciera nuestra Tierra, hace 4.500 millones. En palabras sencillas, somos unos ‘recién llegados’, comparativamente, frente a ellos.

Imagino que su misión cuando vuelan sobre la Tierra es de observación porque necesitarnos, lo que se dice necesitarnos, no nos necesitan para nada. Nos verán como uno más de a los muchos habitantes de la Tierra, todos bebés evolutivos.

Tengan un hermoso día.

Las ensalás.

En mi último relato comentaba cómo las ensalás de hierba buscá nos ayudaron a sobrevivir durante años muy complicados en los que escaseaba, o no había, otras cosas que comer.

No sé si esta circunstancia vivida, u otra cuestión, será la razón por la tengo tanta afición a los platos de ensalada de verduras, especialmente, a la de productos crudos de diferentes colores. También disfruto, pero menos, con los mismos productos cocinados al horno o al vapor.

Seguramente alguno de los amigos que lean este relato no lo creerán pero, de todas formas, les digo que desde que opté por que mi dieta diaria fuera a base de verduras, no todo verduras pero casi, también como legumbres, carne, huevos, etc. he mejorado en muchos aspectos. La anemia que me ha tenido años medicándome, al cabo de unos meses de tomar ensaladas, ha desaparecido, aunque todavía sigo con la medicación, ahora podría ser donante de sangre.

La diabetes tipo 2, me ha estado dando guerra durante años, y sigo medicándome, desde que opté por esta dieta, se mantiene estable y a unos niveles más que buenos.

La fibra contenida en la verdura, que no se digiere, hace que el tránsito intestinal sea más fácil, que nuestra fauna de bacterias intestinales se desarrollen más y mejor y lo mismo ocurre con ‘las demás tareas’, son más fáciles.

Claro que estas curiosidades han llamado mi atención. Por eso creo que… cuando apareció el primer hombre sobre la Tierra llegó sin experiencia y se las tuvo que ingeniar para alimentarse comiendo lo que fuera y como fuera. No sabía nada, ni nada que le indicara que era bueno para quitarse el hambre. Sólo las mandíbulas y las manos.

Es fácil imaginar que lo que comía eran plantas de las que existieran a su alcance a pesar de que, no dudo, debió tener dificultades en un mundo donde sus vecinos, terrestres, eran veteranos vegetarianos, con cuatro patas.

Los genes de aquel lejano pariente que vivió, al principio de los tiempos, comiendo ensalá buscá, viven, todavía, con nosotros y en su memoria guardan aquel maravilloso sabor y el placer de comer, crudo, lo que producía la Naturaleza.

Hasta ahora, que yo sepa, ningún vegetariano ha abandonado esta práctica. La Ciencia, por otra parte, nos invita a abandonar la costumbre de comer mucha grasa y proteínas especialmente a las personas que, por lo que sea, su actividad física no las consume. La Naturaleza dispuso, cuando no estaba asegurada la comida, que la energía sobrante de cada comida se guardara en forma de grasa para alimentarnos de ella cuando nos faltara. Por eso es bueno, para mantener la línea, hacer ejercicio antes del desayuno. De esta forma, la energía consumida, es energía de la reserva que nos ayuda a mantener la línea.

No se trata de una dieta, que hay que hacerla siempre bajo la supervisión médica, se trata de cambiar de comida con menos grasa.

Los restaurantes de todo el mundo incluyen en sus cartas, cada vez más, platos de verduras con bonitos nombres exóticos mientras sueñan con disponer de huerto propio y producir los productos que cocinan.

No se puede evitar envejecer, pero no es obligatorio vivir como un viejo. Aqui lo dejo

Pasen un hermoso día.

Desde mi Quinta 22-04-2024

blog de pepe arnau

Ensalá buscá

Hace algún tiempo publiqué un relato con el que quise explicar, a mi manera, el hambre que sufrimos los españoles después de la Guerra Civil (años 1936-1939) y como la combatimos. Me refería a la Murcia de la Huerta, lugar que el destino me había asignado, aunque el hambre estaba presente, en general, en toda España.

Hace unos días el periódico La Verdad publicó un relato con el título ‘Las buenas hierbas’ que, a mi entender, como actor involuntario del mismo, es una foto fija de la mejor calidad reflejando aquellos años.

Las buenas hierbas, como todas las hiervas, son de temporada. No había siempre hierbas comestibles. Había temporadas que, aunque salíamos a buscar las buenas hierbas todos los días, todos los vecinos, no recolectábamos, todos los días, cantidad suficiente para hacer un aliño

Además de las hierbas, base de nuestra alimentación, se completaba con proteína conseguida a base de caracoles y pájaros de todo tipo. Que visto ahora me parece una salvajada, sí, pero en los años del hambre la mente, el corazón y el estómago eran menos sensibles. Comes, lo que sea, para no sentir el hambre arañando el estómago.

Y los acontecimientos y las circunstancias vividas nos transportaron a épocas lejanas, cuando nuestros ancestros fueron, por su modo de vida, moteados por la historia, como cazadores recolectores

Una época del año que recuerdo mayor intensidad es el tiempo de los higos de higuera. Los dos meses que duraba la cosecha no existía el hambre. Por la mañana, con los primeros rayos del día, me encaramaba sobre la higuera y esta accción la repetia varias veces al dia aunque a veces la acción era fallida, no habia higos maduros.

A pesar de las hambrunas que sufrimos, recuerdo aquella época como un  tiempo feliz.

Tengan un hermoso día.

En mi Qinta 17-04-2024.

blog de pepe arnau