Hoy voy a dedicar a escribir como una persona mayor, porque lo soy. En las visitas a mi RR. SS. nunca encuentro comentarios referidos a la vejez realizado por mayores, siempre son, no mayores, hablando de mayores.
Las personas mayores tenemos muchas cosas que contar. Puede imaginar, muchos años viendo y oyendo “de tò”.
A mis queridos colegas, los jubilados, decirles (como si no lo supieran) que la vejez es un regalo de la vida, un camino que tenemos que recorrer, aunque nos guste menos. Peor, mucho peor es, casi siempre, no llegar.
Cuando envejecemos aparecen una serie nueva de problemas y necesidades porque todo nuestro cuerpo se debilita. Oímos mal, primer problema para relacionarnos con nuestro entorno y comienzo de nuestro aislamiento. Comienzo de nuestra desinformación. No estamos al día de los chismes que circulan por nuestro entorno con los que podríamos, a través de ellos, relacionarnos con nuestra familia y amigos. Si no oímos nos transformamos, con el tiempo, en misántropos, no hablamos.
Y aparece un nuevo recurso a nuestro alcance, hablar para nosotros, sólo para nosotros, en silencio, y aquí comienzan nuevos problemas.
Tengo, conmigo mismo, temas de conversación muy recurrentes, una manía, que aparecen con frecuencia. Como siempre ‘discuto’ estos temas en el mismo escenario y con los mismos elementos, siempre llego a los mismos resultados. Bueno pues, aun así, sabiendo el resultado a priori, son frecuentes en mis horas de vigilia y ‘machaco el sueño’ a cambio de nada. Sí, soy raro, pero a lo mejor no tanto como parece porque, seguro, le ocurre a mucha más gente. No me creo, en nada, diferente a mis colegas. Si el sueño fuera una imposición nocturna, que durmiéramos desde el momento que nos acostamos hasta la hora de levantarnos, la vejez seria más lenta, dulce, e incluso, deseable pensando que todos los días, por la mañana, además de tener buen humor podíamos caminar con agilidad y practicar una vida llena de amistad y afectos.
Porque esa es otra, como no dormimos, cuando amanece el día, agotados como estamos, nos levantamos muy temprano para pasar el día, sí, todo el día, en el sofá mirando anuncios en la TV que es el mayor desastre mental que existe. Es tal la cantidad de información que deberíamos procesar para estar bien informados que dada nuestra lentitud de proceso al final terminamos con la mente ‘’flotando’’ no entendiendo nada y agotados.
La falta de ejercicio, de cualquier clase, nos hace ser, cada día, más dependientes del sofá y al final tenemos problemas de movilidad, las articulaciones se deforman y comenzamos a sentirnos inútiles. Porque, aunque estemos sentados en un mullido sofá, nuestro cuerpo se encuentra confortablemente doblado en varios puntos dificultando la circulación natural de la sangre. Las piernas, caderas y cuello son los más afectados, pero en general es afectado todo el cuerpo.
A las personas mayores nos cuelgan, o nos colgamos, muchos San Benitos. El más pernicioso, y a la vez más necesario, es la esclavitud de los medicamentos. ¿Los horarios, los alimentos, los medicamentos…he tomado la pastilla? A mí, y pongo mucho empeño, se me olvida con cierta frecuencia y tengo que recuperarla en la comida siguiente. También es doloroso saber que las pastillas, ninguna te cura la enfermedad, te mantienen mientras continúas consumiéndolas. Sí puede imaginar una pastilla que cure una enfermedad también puede imaginar la ruina de los laboratorios, se quedarían sin clientes buenos y rentables. Yo estoy tomando varias pastillas diarias durante años, que no me curan, ya le digo, pero me mantienen vivo, y las seguiré tomando hasta el último día, cuando ni las pastillas, puedan remediarlo.
En relación con este tema, lo que estoy haciendo, y pienso que debíamos de hacer todas las personas mayores, es poner voluntad para, todos los días al levantarnos, iniciar una serie de sencillos ejercicios para corregir los defectos que nos produce nuestra actual forma de vida.
Finalmente, si no recuperamos el movimiento de forma natural, o incluso con ayuda, estamos firmando nuestra postración. Es triste que antes del final nos quedemos hechos un cuatro.
Como nuestro mundo es diferente al resto de nuestra familia porque tenemos dificultades para todo y ellos no, nos ocurren cosas que ni se te ocurrieron antes, cuando tus padres se encontraban en situación ‘de mayores’. Una de las cosas más perniciosas que nos ocurre es que ‘como somos mayores’ y nuestro mundo es cada vez más reducido el resto de familia habla poco con nosotros, tenemos poco de aportarles, somos antiguos. Recordarán las películas del Oeste Americano donde indios, el jefe era el más viejo de su Comunidad y pedían su consejo para casi todo, el consejo del más experimentado que era el más viejo. Ahora no. Las RRSS dan respuesta y consejo a cualquier conflicto. Como hablamos poco porque nuestra experiencia de vida no le sirve a nadie, aparece otro desastre. No nos entienden, la voz de no hablar durante periodos largos de tiempo se distorsiona hasta el punto de no entendernos ni nosotros mismos. ¡¡Qué desastre!!
Otra calamidad, ninguna calamidad es pequeña, cuando necesitamos escribir, que no es frecuente en nuestra situación, lo hacemos ‘a mano’ como siempre lo hemos hecho, limpia y pulcramente. Antes de seguir les quiero hacer una confesión. Diez minutos después de hacer el escrito ni yo mismo entiendo lo que escribí. Las letras que siempre han disfrutado de sus especio, ahora, unas se chocan, o se montan, con las otras y al final sólo ves un ‘barullo’ de letras de difícil entendimiento. ¡¡Qué desastre!!
La Naturaleza, ante la posibilidad de que careciéramos de alimento cuando lo necesitamos, estableció que la energía sobrante entre lo que comemos y lo que gastamos se almacene en forma de grasa para su uso posterior en previsión de que cuando necesitemos energía no dispongamos de alimentos. Esto se estableció en tiempos de nuestros ancestros donde la alimentación no siempre era fácil ni segura. En la actualidad, para la mayoría, los alimentos los encontramos con facilidad y como seguimos guardando y no gastando……otro desastre. Por eso la mayoría de las personas mayores tenemos sobre peso.
¿Qué es lo que tendríamos que hacer? Regular o ajustar la ingesta de alimentos de acuerdo con nuestras necesidades que, como ven, son mínimas, no damos ‘palo al agua’.
Eso es lo que tendríamos que hacer, pero como estamos acostumbrados, desde siempre, a llenar el estómago, seguimos, tranquilamente, llenándolo y engordando. Las piernas se resienten, el corazón que se encuentra, permanentemente, sometido a trabajos forzados se resiente y lo peor de todo, si este motorcito no funciona con normalidad nada de nuestro organismo lo hará.
Otra estupidez que cometemos, una gran mayoría, es no beber agua sin tener sed. Las personas que desarrollan su trabajo en oficinas con aire acondicionado, que no sudan, la ingesta de agua es muy poca, nunca tienen sed.
Nuestro organismo está compuesto por multitud de órganos, ¡qué le voy a decir que no sepa!, y células viven en un medio acuoso y nunca limpio del todo. Las células, igual que nosotros, si no comen se mueren y si no hacen ‘popó’ también. Las células, como digo, comen y hacen ‘popó’ en el mismo lugar y si no lo limpiamos, bebiendo agua, mucha agua, se comen su propia caquita y enferman. Y nosotros, que somos un montón de células, muchas de ellas con manías, cuando enferman también enfermamos. Las células no se mueven, son sésiles.
Cuando compramos el primer coche, o moto, lo primero que hacemos es leer las instrucciones de uso y especialmente las referidas al cuidado del motor. Lo hacemos tan atentos, con tanta atención, que con la a primera lectura se nos quedan grabadas. Cambio de aceite cada 4.000 Km, cambio de bujías cada 16.000 Km, cambio de cubiertas cada 66.000 Km. y lo hacemos puntualmente en cada uno de los tramos recomendados. Pretendemos, con estas actuaciones, que el vehículo no detenga su marcha y que además de seguridad y economía nos dure una eternidad.
A nuestro cuerpo, nuestro vehículo, nos dice la Ciencia, que ‘anualmente’, como mínimo, tenemos que acudir al Consultorio para que nos realicen una revisión general de todos nuestros mecanismos. A pesar de tener un montón de bisaras chirriando y jugos de engrase que revisar, no vamos porque, aunque no duermo bien, el oído parece que se ha recuperado, la cabeza ya me duele menos y las rodillas, aunque me duelen, parece que van mejor. ¿Qué le parece? Es lo que hacemos casi todos. Pero eso no es todo. A nuestro amigo el perro cuando tiene algún problema, por insignificante que sea, acudimos sin demora al veterinario. Lo queremos más que a nosotros mismos y tenemos la obligación de cuidarlo.
Somos un desastre a pesar de ser, dicen, los más inteligentes.
Tengan un hermoso día.
En mi Quinta 20-12-2023