La aparición de ovnis, objeto volador no identificado, desde hace muchos años y la opacidad con que los gobiernos han tratado este tema, despertaron miedo e incertidumbre entre los habitantes de la Tierra. Durante buena parte de nuestra historia la gente ha recurrido a explicaciones místicas o religiosas para dar sentido a los hechos que carecían de causas videntes. Súmese a esta incertidumbre la aparición de películas de imagineros del terror. Siempre hablábamos de marcianos por ser Marte ‘cercano, casi familiar’, y ellos, los marcianos, siempre los imaginamos más feos y mucho, pero mucho, más inteligentes que nosotros. Recuerden la película ET.
Siempre he sido medio creyente de la existencia de extraterrestres más que nada por las noticias que, desde hace años, nos llegan de la aparición de ovnis.
Cuando visité, gracias a Google, las cuevas rupestres de África descubrí, entre cientos de pinturas, con motivos o cosas que existían en las cercanías de las cuevas, una que me llamó poderosamente la atención, la de un platillo volante con un extraterrestre, de pie, junto a él. No puedo imaginar que un sapiens de aquellos tiempos, ni de los de ahora, pintara un platillo volante sin haberlo visto antes. Estas pinturas, en su conjunto, están datadas y se pintaron hace 40.000 años. No piensen que estos sapiens, de hace 40.000 años, eran unos recién llegados y carecían de habilidades. Sus antecesores, llevaban más de un millón de años en la Tierra aunque nadie les pudiera decir que eran sapiens.
Con esta pintura, la del platillo volante, se reafirmó mi creencia en la existencia de otra u otras civilizaciones en ignotas regiones del espacio. La creencia, que todos tenemos, que somos la única civilización inteligente que existe vaya desechándola. No somos tan espaciales. No estamos solos.
Es una condición humana, desde el principio de los tiempos, pintar las cosas que, por la razón que fuere, nos llama la atención. Los sapiens de ahora no pintamos, hacemos fotos, que en esencia es lo mismo. Son ‘momentos para guardar’ como hacían los primeros sapiens. Querían mantener vivos los recuerdos de las cosas que, para ellos, eran extraordinarias.
En Hawái existe una instalación, una maraña, de telescopios de gran potencia cuyo cometido es detectar cometas y asteroides que amenazaran con impactar con la Tierra. Sigamos tranquilos. Si eso ocurriera, inmediatamente, seria desviado para que no golpeara la Tierra.
Entre estos modernos telescopios se encuentran el Telescopio de Sondeo Panorámico y Sistema de Respuesta Rápida, una red de telescopios con cámaras de alta definición. Uno de los telescopios tiene la cámara de mayor definición del planeta.
El 19 de octubre de 2017, el astrónomo que manejaba el telescopio descubrió un objeto, que mostraba un punto de luz que recorría velozmente el firmamento, a una velocidad demasiado rápida para ser atrapada por la gravedad el sol. Este hecho indujo a la comunidad astronómica a convenir que se había encontrado el primer objeto interestelar jamás detectado en nuestro sistema solar. Para cuando le dieron nombre, lo bautizaron con el nombre del monte donde se encuentra instalado el telescopio, ‘Oumuamua’, el objeto estaba a más de 32 millones de kilómetros de la Tierra.
La palabra hawaiana,Oumuamua, se podría definir como ‘explorador’. Cuando la Unión Astronómica Internacional definió Oumuamua como el ‘’primer mensajero lejano en llegar’’. Implica que fue el primero de otros que van a llegar.
La Vía Láctea alberga decenas de miles de millones de planetas del tamaño de la Tierra y con temperaturas de superficie, en muchos, parecidas a las nuestras. No es de extrañar que nosotros, los terrícolas, pensemos que entre tantos planetas ‘vecinos’ en alguno se haya originado algún modo de vida y no estemos solos.
Para tratar de encontrar vida exterior, nuestra civilización ha enviado cinco objetos al espacio interestelar; los Voyager 1 y 2, los Pioneer 10 y 11 y el New Horizons. Este hecho denota nuestro potencial ilimitado para aventurarnos a lo desconocido.
Es fácil imaginar que seres de otros mundos hayan, como nosotros, sentido curiosidad o necesidad, de conocer si existe algún modo de vida exterior y tengan naves navegando por el espacio en busca de vida
Como comentaba al principio del relato, pensamos, yo lo pienso, que los extraterrestres son más feos e inteligentes que nosotros, los terrícolas. Creo que los extraterrestres llevan millones de años poblando su mundo y nosotros el nuestros, como sapiens, 50.000 años. Y si fueran más inteligentes es por el tiempo que llevan de existencia en su mundo comparado con el que llevamos nosotros.
Pasen un hermoso día.