Nos ha tocado, por fin, disfrutar de un día, con su noche, de lluvia. Hacía tiempo que no ocurría y como ocurre en la mayoría de las cosas cuando siempre ocurren en todos lados, menos en el tuyo, comienzas a comerte el coco imaginando, siempre imaginando, la rareza de la situación.
Como la gran mayoría no entendemos, yo no, los misterios que mueven los hilos del tiempo, lo mejor que sabemos hacer es lo que hacían ‘los hombres del tiempo’ antes de que apareciera la ciencia del tiempo, las parabólicas y los satélites.
El pronóstico del tiempo se hacía, para cada pequeño territorio, después de años de anotar, diariamente, situaciones y resultados. Se tenían en cuenta una serie de fenómenos naturales como el tamaño del halo, o luz difusa, alrededor la Luna, el aspecto y el color de los nubarrones de la puesta del sol y otros tan peregrinos como si el gato se asea con el rabo hacia el este o el oeste. Todo, hasta las cosas más extrañas sumaban, eran necesarias, para hacer un ‘acertado’ pronostico.
Esta forma de pronosticar el tiempo se llamaba ‘Cabañuelas’ y cada pueblo, o pequeño territorio, tenía su pronóstico y su hombre del tiempo que, normalmente, era el más viejo y experimentado. Eran pronósticos muy locales y los nativos planificaban sus plantaciones y siembras de acuerdo con el pronóstico del tiempo a largo plazo.
Hay que entender que no ocurría como ahora que preguntas a Alexa ¿se esperan lluvias para hoy? y te contesta, con toda tranquilidad, se esperan lluvias a las 16,35 de la tarde y después te pregunta ‘quieres saber si lloverá mañana’. Pero, para mí, lo más despiadado es que si le pregunto, solo por examinarla, el tiempo que reina en cualquier ciudad del mundo te contesta, al instante y sin pestañear. Lo sabe todo.
Mirar el tiempo en el teléfono móvil es de traca. Te muestra la temperatura en cada hora del día y el estado del tiempo para varios días. Puedes ver las nubes, huracanes y borrascas transitando por cualquier parte del mundo, la velocidad que viajan, la cantidad de agua, a qué horas, que van a descargar y las posibles consecuencias que van a sufrir los habitantes del lugar, o lugares, por los que transite.
Además, entre otros datos nos avisa de la intensidad de los rayos ultravioleta con los que nos bombardea el sol, la humedad, el viento, punto de rocío, presión y la cantidad de polen por volumen de aire.
Una curiosidad, la Tierra tardó 100 millones de años en formarse y 1,600 millones años después, sí, es un tiempito, comenzó la vida en su superficie. Responsable de esta circunstancia fue la intensidad de los rayos ultravioleta que bombardeaban la Tierra. Hubo que esperar, todo ese tiempo, a que los habitantes del mar produjeran oxigeno suficiente para crear la capa de ozono que, todavía, nos protege de ellos.
Tengan un hermoso día.
En mi Quinta 23-10-2024
blog de pepe arnau